“Las civilizaciones son las últimas tribus humanas, y el choque entre civilizaciones es un conflicto tribal a escala planetaria. Las relaciones que están surgiendo entre civilizaciones variarán normalmente de lo distante a lo violento, situándose la mayoría de las veces entre ambos extremos”.

Samuel P Huntington

Pretender entender la situación actual de la relación México - Estados Unidos bajo el único lente de la historia de la bilateralidad, es no comprender el contexto histórico y la corriente de pensamiento triunfante de orden conservador en la gran nación norteamericana.

No solamente se trata de establecer que Donald Trump y su amplio y sólido equipo no están jugando al 'Llanero solitario', sino que, por lo contrario, representan un sólido y definido pensamiento conservador que se basa en la premisa de la defensa de la civilización occidental cristiana contra la presión constante y creciente del islamismo radical y la lenta y continuada expansión no bélica de las capacidades chinas de mercado.

En ese contexto los conservadores norteamericanos asumen su rol como los únicos defensores de los valores occidentales que antes convocaba la cristiandad europea.

El discurso de J.D. Vance en Múnich y la publicitada visita de Volodimir Zelenzky a Washington, grafican una idea ya establecida en la clase gobernante americana que es que Europa no representa más la visión expansiva política, comercial y cultural de occidente, de hecho grafica que los americanos asumen que Europa se opone a dicha expansión y están en una posición de suicidio cultural propiciando la islamización, imponiendo la agenda woke anticristiana y yendo a la guerra contra el factor militar más importante del continente euroasiático: Rusia.

Por lo alto y por lo bajo, Trump expone un plan preciso para reinstalar a Estados Unidos a la vanguardia del mundo libre, pero este mundo libre ya no cuenta con la vieja Europa entre sus filas de acción.

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El plan, en forma resumida y por tanto deficiente, puede ser expuesto como alejar a Rusia de China para utilizar la capacidad del imperio eslavo en el terreno del Medio Oriente, particularmente, su total influencia sobre Irán y el chiismo. Con esa jugada, Trump convierte a Rusia en el guardián de su frontera oriental y reinstala a Israel en un escenario de mucho menos riesgo que el actual, aprovecha así el des escalamiento en Ucrania para dejar de gastar en Europa y controlar la explosiva situación entre Irán e Israel.

La segunda parte del modelo Trump, pasa por asumir que China no es una potencia militar amenazante, menos expansiva; es un competidor comercial desleal que quiere vender mucho y barato para sacar a su país de la pobreza endémica de acuerdo al plan establecido por Deng Xiao Ping, y que está calculado para durar 80 años más.

Por eso Trump sabe que la cercanía económica y militar entre Rusia y China es un subproducto forzado de la agresión europea a Rusia, y no el efecto que esos países desearan.

La gran batalla comercial con China pasa por garantizar materias primas, mano de obra y por primera vez, influencia política y alianza militar con México y quizá otras naciones del subcontinente latinoamericano.

Así pues, es evidente que los cambios geopolíticos por venir en el corto plazo implican un cambio de ritmo en la relación México - Estados Unidos que requiere un México proclive a la democracia liberal y al libre mercado de cuño trumpista, que implica la destrucción de los cárteles y el acotamiento del modelo estatista imperantes. Este modelo ha existido, al menos desde hace 50 años, en el esbozo expansivo norteamericano hacia el pacífico. Proviene de amplios análisis prospectivos de orden económico, político y social que colocan a la alianza norteamericana (que incluye a Canadá, Groenlandia y México) en un bloque político, militar y económico como base de acción para la nueva etapa del modelo norteamericano conservador. Aquí se hace necesario acotar el que 150 mil mexicanos son parte y combaten ya en las fuerzas armadas norteamericanas.

Groenlandia, Canadá, Estados Unidos y México se convierten así, en una unión estable que sustituye el viejo pacto atlántico por la nueva realidad del Pacífico norte. Con la retaguardia atlántica establecida en Alaska y Groenlandia, y con una Rusia aliada (o al menos no beligerante). Todas las acciones que el gobierno de Trump ha tomado responden a este esbozo, pero los mexicanos, perdidos como siempre en la reflexión mundial, ni siquiera referimos esta nueva realidad geopolítica, como la verdadera razón de las presiones hacia México. Visto así, Ucrania será dejada a su suerte, Israel será reinstalado y México limpiado de cárteles al tiempo que se le apoya para una profunda democratización y el crecimiento de su clase media, como insumos indispensables para el rol geopolítico del siguiente momento.