Con el solo hecho de observar tanto movimiento estratégico, que se nutrirá con la representación de muchos actores políticos que se han adherido a las filas de Morena, nos damos cuenta del poder político que tiene la primera fuerza en México. Como sabemos, varios militantes de otros partidos, luego de dar el salto a la izquierda, han decidido unirse oficializando su ingreso como miembros activos de una base social que, como tal, tiene el objetivo de llegar a 10 millones de simpatizantes. Desde luego que esa proporción, que es un fin de la nueva dirigencia, podrá rebasar esa ponderación al ritmo con el que van. Y, como esto apenas comienza, podemos ir asegurando que, con ese poder de convocatoria, se lograrán alcanzar las metas, especialmente porque muchos activistas y liderazgos están contribuyendo a sumar gente al lopezobradorismo.

Y una vez que Morena logre ese fin, vendrá una etapa de posicionamiento que, desde luego, se percibe a grandes rasgos. Ciertamente, la dirigencia de Morena, a través de la comisión de justicia, tendrá que resolver las inquietudes sobre algunas afiliaciones que han levantado críticas. Hace muchos años, cuando López Obrador daba los primeros pasos del nacimiento de una nueva expresión, invitó a todos aquellos políticos de buena voluntad a sumarse. Todos, efectivamente, tienen un pasado en las siglas de un partido. Dados los comentarios que hay, y luego de saber los nuevos fichajes, se desató un tsunami de quejas y malestar de algunos en lo que puede verse, evidentemente, como la competencia interna por los puestos de elección popular. Inclusive, se ha dicho mucho de ese asunto, en especial en vísperas de dos procesos democráticos que vienen en puerta como los ayuntamientos claves de Durango y Veracruz, y el juego por 16 gubernaturas que, a medida que el tiempo se acorta, se vive con gran intensidad.

A Murat y Yunes, desde nuestro juicio, no los veo tan impresentables como si podemos ver a otros. El último que citamos, a propósito de ello, jugó un papel crucial para edificar la mayoría calificada en el Senado. Así se opera, en especial cuando se propician las condiciones para negociar una incorporación. Eso mismo pasó con dos legisladores del PRD, que por cierto se han sumado a las filas de Morena. Ellos, conscientes de la coyuntura que se viene, están jugando sus cartas en cada una de sus entidades. Y como Morena necesitó de ellos, un gesto cordial es, en definitiva, sumarlos para fortalecer las estructuras. Muchos no entienden esa tarea quirúrgica que muchas veces se lleva a cabo al más alto nivel político. Desde luego, la prioridad para construir un país más próspero radica en las reformas constitucionales que, hasta ahora, hemos presenciado con la maquinaria que edificó la Cámara Alta. Eso, a la par de garantizar el voto sin la ayuda de la oposición, es un mecanismo infalible que se construye en toda democracia. Siendo así, hay, por supuesto, alianzas estratégicas que suman.

Evidentemente, entre más protagonistas más se intensifica la lucha interna por las posiciones, sobre todo aquellas que tienen que ver con puestos de elección popular. Considerando que se ha hecho oficial el registro de algunos personajes, tendrán todo el derecho político y legítimo de levantar la mano para una candidatura. Recordemos que, al final de cuentas, todos se tienen que someter al escrutinio público a través de una encuesta. Es tan sencillo como eso. No habrá dedazos ni mucho menos imposiciones: quienes tengan el respaldo del pueblo serán los abanderados, así de fácil. Murat y Yunes, si así lo deciden en su momento, pueden ser una opción para la gente, repito, que es quien se encarga de tomar decisiones. Eso, a diferencia de la oposición, se llama democracia participativa. Eso, por la vía de la pluralidad, podemos llamarla como legítimo derecho.

Supimos rápidamente que, para que no quede ninguna duda, Gerardo Fernández Noroña, ya sumado a Morena, se afilió para ir en busca de la sucesión presidencial del 2030. Está más que cantado. Tiene, además de toda la libertad, el derecho de levantar la mano si así lo decide en su momento. Y así como se entiende perfectamente esa perspectiva, nos damos cuenta de que otros personajes, que son piezas fundamentales del engranaje de Claudia Sheinbaum, también han apuntado la mirada a la transición en vísperas del final de sexenio. No hay que ser muy suspicaces para darnos una idea de ello. A nivel estatal, por ejemplo, todavía no son los tiempos oficiales y, desde ahora, la inmensa mayoría de la clase política, que está posicionada en el mapa preelectoral, ha comenzado a realizar campaña. Eso, con mucha más razón, se está planeando estratégicamente para enfrentar el cambio de la silla presidencial.

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Francamente, desde hace tiempo, el mapa parece estar dibujado para los presidenciales de Morena. No veo a ningún gobernador, más allá del trabajo excelente que están llevando a cabo, compitiendo por la coordinación de la defensa del voto. Es verdad, muchos viven un momento inmejorable; sin embargo, para ese nivel de competencia, queda claro, veo nuevamente levantar la mano a Marcelo Ebrard, Adán Augusto López Hernández y Ricardo Monreal. Ellos tres, sumados a Fernández Noroña, estarán en esa baraja de alternativas para medirse en la encuesta interna que aplique la dirigencia, sobre todo después de haberlos visto a todos en la gira de las corcholatas que protagonizaron hace más de un año, como parte de un acuerdo que selló un cónclave con AMLO. Por esa sencilla razón, nos podemos dar fácilmente cuenta de que esa historia, como tal, puede repetirse bajo otras condiciones y circunstancias.

Notas finales

El gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, realizó una gira de trabajo por la Ciudad de México. Se nota que sabe tejer fino, pues, en un solo día, aprovechó al máximo el tiempo para reunirse con uno de los personajes claves de México en el tema de la pacificación, como Omar García Harfuch. Y, por si eso fuese poco, operó temas fundamentales de gestión con el coordinador de la fracción parlamentaria de Morena en el Senado, Adán Augusto López Hernández. Eso, entre muchos aspectos positivos, es entregarse a la causa del movimiento en favor del pueblo michoacano. Basta ver el respaldo abrumador que tiene Sheinbaum en tierras purépechas. Más del 82% de la ciudadanía sigue dando su voto de confianza a la jefa de Estado.