“En la victoria el champán lo merecemos; en la derrota, lo necesitamos“.

NAPOLEÓN

Cito la canción del toreador de Carmen: “Con los soldados, sí, los toreros como yo se entienden: ¡Por placer, vamos al combate!“.

Como en la ópera, Isaac del Toro y sus rivales en el Giro de Italia se entienden y por placer luchan, y sufren, durante tres semanas subiendo y bajando montañas en bicicleta.

Antes de continuar suplico a la presidenta Claudia Sheinbaum ver este video:

Qué video: niños y niñas de una escuela primaria... cuánto disfrutaron ayer la victoria del Torito en la etapa 17 del Giro.

Si supera la durísima etapa del viernes —166 kilómetros de alta montaña: 4 mil 950 metros de desnivel—, el mexicano Isaac Torito del Toro casi seguramente asegurará el campeonato del Giro de Italia, y entonces merecerá el aplauso de la presidenta de México, en vivo, durante la mañanera de ese día.

Las columnas más leídas de hoy

Si no supera la difícil etapa y se queda, solo a dos días, sin la posibilidad de ser el triunfador en una de las competencias más prestigiadas, por su dureza, del deporte mundial, el Torito necesitará que Claudia Sheinbaum se la juegue con él en la mañanera del viernes.

Lo que Isaac ha hecho hasta hoy en la primera de las grandes vueltas ciclistas de tres semanas de 2025 es algo simple y sencillamente extraordinario.

Basta ya de que quienes gobiernan México se entreguen solo a beisbolistas y futbolistas más o menos destacados o a boxeadores que quizá ganan porque la mafia así lo quiere —estos últimos, ni hablar, protagonistas de una actividad que se sospecha no es de del todo limpia; por algo el box ha sido amonestado con quedar fuera de los Juegos Olímpicos—.

De dar pena, por ejemplo, el espectáculo del pasado de peso Andy Ruiz cuando lo recibió AMLO en Palacio Nacional. Ese pugilista fue campeón mundial casi por error y durante muy poco tiempo, pero a pesar de su mediana calidad se le recibió en la sede de la presidencia de México como ejemplo para la juventud. ¿Ejemplo? Quizá de que hay que decir NO a la comida chatarra. Y ni para qué hablar del Canelo Álvarez, del que mucha gente piensa, al menos en las redes sociales, que le arreglan sus peleas.

Más arriba supliqué a la presidenta Claudia Sheinbaum ver el video en el que niños y niñas aplauden al Torito; les motivó una maestra ejemplar que daba clases y no bloqueaba calles. Cuánto se emocionaron con lo que hizo Isaac del Toro en la etapa de ayer en el Giro de Italia, que el mexicano ganó.

El Torito celebró su gran victoria como el Toreador de la ópera Carmen. No lo digo yo, sino el excelente cronista de El País Carlos Arribas, a quien cito después de la foto:

Del Toro celebra como el toreador de la ópera Carmen. Massimo Paolone/LaPresse via AP
  • Richard Carapaz insiste, Isaac del Toro responde, torero, de rosa y oro en la meta, donde se da a sí mismo un derechazo con una muleta imaginaria, sin pico, ¿eh?, y hasta se puede oír el crujido de su cadera cuando la gira, armónica con el brazo, al cruzar la meta ganador”.
  • “Es un mix, quizás copiado del toreador de Carmen”.
  • “No le gritan ¡torero! sino, ironía de la posverdad, ¡Torito!, como a él le gusta, y bravo. Eleva a 41s su ventaja sobre el segundo en la general, que es ahora Carapaz”.
  • “El chamaco juega con todos, con su apellido también”.
  • “Vence de rosa, rapaz de nuevo su cuello, adelantado, que se lanza amoroso en brazos de su amada Romina, también ciclista”.
  • “Y abrazados celebran la primera victoria de etapa en una grande del ciclista que todos querrían ser, el Charro Negro al que todo México bendice cuando se transforma en charro rosa, y su caballo es una bicicleta. Y la piel de quien lo combate se eriza”.

El colaborador de El País hace referencia a la leyenda —maldición espeluznante— del Charro Negro, “un fantasma demoniaco con apariencia de galán mexicano” que erizaba la piel de cualquier persona que lo veía.

Torito celebró con un pase de torero como los del Toreador de Carmen, o tal vez, me dice el tenor Héctor Palacio, lo que hizo fue una reverencia escénica del cantante que interpreta al toreador/torero al salir a proscenio y agradecer los aplausos después de tener una noche triunfal en la representación de la ópera de Bizet.

Enseguida una mala foto tomada de YouTube de Ruggero Raimondi —quien cantaba en París, en 1980, en una función de la famosa ópera— como si fuera Isaac del Toro celebrado su victoria de etapa:

El toreador de Carmen como el Torito ciclista

Héctor Palacio dijo en su artículo Carmen y la tragedia de Bizet: “La tragedia de Georges Bizet (1838-1875) fue morir a los 36 años 7 meses y 9 días sin conocer bien a bien si su tragedia operística triunfaría al fin de manera arrolladora”. No supo que Carmen sería mundialmente exitosísima, tanto en la ópera como en el ciclismo por etapas.

A Palacio le agrada la perspectiva de Kurt Pahlen, según la cual “toda obra de arte tiene una historia que puede ser simple o por el contrario un complejo proceso de varias etapas que sólo muestra a veces el resultado final”.

“En el caso de Carmen”, sigue Palacio, “las fechas en orden retrospectivo son: 1875: Estreno. 1873: Inicio de su composición. 1845: Publicación de la novela Carmen, de Prosper Mérimée, sobre la cual se basarán los libretistas y el compositor. 1830: Viaje de Mérimée a España, cuando le es contada la historia original y queda impresionado por la vida española. Se podrían agregar dos fechas, 1876: Carmen obtiene un éxito descomunal en Viena y desde ahí conquistará el mundo. Según Pahlen, a menos de un siglo del estreno había alcanzado cuando menos un millón de representaciones”.

Por lo demás, Héctor Palacio cuenta que el toreador Escamillo en la novela es un picador intrascendente, a quien los libretistas y el autor de la ópera lo transforman en torero principal, y así pasa a la historia. La misma historia de Isaac del Toro, quien iba de ayudante (gregario) del español Juan Ayuso y del británico Adam Yates. Pero el destino, supremo libretista en la vida real —ayudado desde luego por las piernas del Torito—, convirtió a Isaac en líder del equipo UAE.

Pocas veces podrá Claudia Sheinbaum ver en vivo, a la hora de sus conferencias de prensa mañaneras, a un mexicano o a una mexicana pelear por un reconocimiento mundial de primer orden. El viernes, si la presidenta lo decide, tendrá la oportunidad de poner en vivo imágenes de la carrera en su etapa más complicada, tanto para aplaudir a Del Toro si va ganando, como para ovacionarlo aún más si la fuerza lo abandona —apenas tiene 21 años de edad— y entonces pierde el campeonato del Giro de Italia.

Es una sugerencia, que Claudia tomará en cuenta o no. Ella es la que manda y la única que sabe qué es lo que a México conviene que se difunda en las poderosas mañaneras.

Por cierto, si la presidenta lo hace su equipo proyectará a Claro Sport, admirable televisora, pero no muy relevante, TV menor de internet y si acaso de sistemas de pago. Porque la televisión abierta, pública y la privada, no ofreció a la sociedad mexicana la mejor exhibición deportiva que alguien nacido en nuestro país ha dado en muchos años. Es la TV que tenemos, entregada casi exclusivamente al futbol, a la grilla y a concursos alérgicos al buen gusto. Ni modo: es lo que hay.