No vaya siendo que el más grave error de AMLO acabe por ser (José López Portillo DIXIT) “el orgullo de su nepotismo”, el dejar a su hijo prácticamente a cargo del partido, que en base al movimiento social amplio y de hondas raíces en el pueblo de México, el mismo acaudilló en su creación e impresionante expansión, lo cual le costó, así como se lee, una vida entera, su salud misma incluida.

Bajo la premisa de una ambiciosa campaña de afiliación/reafiliación, que tiene como meta el que Morena se convierta en el partido político más grande del mundo, a últimas fechas se ha visto a Andy López Beltrán en una febril gira visitando a personajes impresentables; foto, abrazo y credencial del partido incluida. En cuatro días se aventó la seguidilla de Cuauhtémoc Blanco, Rubén Rocha Moya, Miguel Ángel Yunes, Salgado Macedonio (entre otras joyas). Me queda claro que la intención de Morena es convertirse en el PRI posrrevolucionario actual, y no está tan mal, ya que comprobado está que es la única estructura política que le ha dado viabilidad al país, lo dice la necia e indiscutible historia, un instituto político de Estado, que dé cabida a todas las ideologías y en su seno se decidan las candidaturas en relación con las problemáticas y coyunturas nacionales a todos niveles, pero con el riesgo de caer en excesos, como el pasarse por el arco del triunfo los principios mínimos que dicho movimiento aún dice enarbolar o (por ejemplo también) el colocar a sus dos aliados (PT y PVEM) en predicamentos, es decir, en franco riesgo de perder sus respectivos registros y por ende su desaparición.

La cuestión aquí es ya el año electoral, no sólo el 2027 sino el mismísimo 2030: ¿Qué puede otorgar más réditos políticos, el afiliar a quien sea y al costo que sea, por el hecho de la potencialidades de cada personaje al momento de definir lealtad y recursos, o el afanarse el trabajar sin descanso en el área más dolorosa, desde finales del fatídico año 2006, que supone la violencia, y los objetivos para que sus espeluznantes cifras vayan cediendo?, porque ya por ahí se adivina la carrera de trenes rumbo al año 2030: un poderoso secretario de Seguridad ciudadana, Omar García Harfuch y el heredero de Andrés Manuel López Obrador que, ojo, el que piense que con el nombre ya lleva buena ventaja debería recordar el caso del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, que usufructuando el apellido del general Cárdenas, solo en una de sus tres candidaturas presidenciales se puede decir que realmente fue competitivo, 1988, las otras dos un fiasco (1994 y 2000); es decir, que en México, en política a nivel nacional, no necesariamente las segundas partes son garantía de nada.