El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca significa un reto económico y geopolítico para México. Su discurso proteccionista, centrado en la reindustrialización de Estados Unidos, no solo es anacrónico, sino que ignora la realidad de la economía global. Sin embargo, la mayor amenaza no es su narrativa, lo es la manera en que el gobierno mexicano ha debilitado su posición en la relación bilateral.

Con México ha sido muy claro, se negocian los aranceles a cambio de narco políticos. La primera amenaza del mandatario estadounidense a unos días de tomar el poder terminó en una llamada con la presidenta Sheinbaum en la que acordaron posponer un mes la entrada en vigor de las medidas arancelarias.

La presidenta cumplió a medias los compromisos al entregar a 29 delincuentes importantes, pero no entregó a ningún jefe de la mafia política y nuevamente, Trump anunció la imposición de aranceles a partir del pasado 4 de marzo, situación que no duró mucho. El día de ayer los mandatarios sostuvieron otra llamada telefónica y Trump volvió a posponer la entrada en vigor de los aranceles. ¿Qué negoció en esta ocasión la presidenta?

La falsa solución de los aranceles espejo

Frente a la posible imposición de aranceles, algunos proponen responder con medidas similares. Esto sería un error estratégico ya que México depende de las importaciones estadounidenses en sectores clave como el energético, tecnológico y agroalimentario. Imponer aranceles espejo significaría encarecer productos esenciales, afectando sobre todo a los sectores más vulnerables.

Por otro lado, Estados Unidos puede compensar la pérdida de México con otros mercados o incluso con su propio consumo interno. En cambio, México no tiene la misma flexibilidad, no puede darse el lujo de desviar su comercio porque su estructura económica está orientada a la integración con EE.UU., y no es viable diversificar en el corto plazo.

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Trump y el regreso a la teoría de la dependencia

Si algo hay que entender, es que Trump no busca fortalecer a su país a través del libre mercado, lo que pretende es consolidar una relación de dependencia donde los demás necesiten a EE.UU., pero no al contrario. Su visión económica, lejos de fomentar el crecimiento, se basa en el control estatal y la coerción, un modelo que ignora que la verdadera riqueza ya no está en la manufactura, sino en la comercialización, las marcas, la logística, las patentes y los procesos de innovación.

Para México significa que no hay margen de maniobra: hay que aceptar las reglas impuestas o pagar un alto costo por resistirse.

Para Trump es el regreso a las épocas cuando el país imperialista tenía a sus corifeos en países “subdesarrollados”, quienes de una u otra forma financiaban el desarrollo de Estados Unidos.

¿Qué debe hacer México?

En el neoliberalismo México ya había conseguido una inflación de un solo digito, estabilidad monetaria y financiera, y un crecimiento económico que colocó al país en el top 15 de las principales economías del mundo, todo hasta que llegó AMLO y destrozó todo el andamiaje, económico, jurídico y político, para regresar a una presidencia omnipotente con un gobierno y país débiles.

La única manera de fortalecer la posición mexicana es reconstruir su credibilidad y autonomía. Para ello, se necesitan medidas urgentes:

​1.​ Entregar a los narco-políticos y combatir la corrupción dentro del Estado.

​2.​ Trabajar bilateralmente con el sector privado y los legisladores de ambos países para negociar con inteligencia.

​3. ​Romper con los monopolios y oligarquías que han frenado el desarrollo del país.

​4. ​Restaurar los contrapesos institucionales y la independencia del poder judicial.

​5.​ Permitir que el Estado sea rector, pero abierto a la inversión privada en sectores estratégicos.

​6.​Desarrollar un sector energético basado en renovables, con reglas claras para la inversión.

​7.​ Frenar la migración desordenada, no solo por presión de EE.UU., sino porque beneficia a redes criminales.

​8. ​Cerrar la puerta a China, eliminando el salto arancelario y restringiendo el financiamiento a sus empresas.

México sin opciones y sin margen de error

La realidad es que las empresas extranjeras que operan en México no están aquí por patriotismo, están por el acceso al mercado estadounidense. Si las condiciones cambian, se irán. Aunque la idea de diversificar mercados sea teóricamente atractiva, en la práctica no es viable: México carece de financiamiento competitivo, infraestructura logística adecuada y acceso a créditos baratos que le permitan volverse más competitivo en otros mercados.

Además, el país está atrapado entre el crimen organizado y la dependencia financiera con China. Esta doble atadura impide que México negocie desde una posición fuerte.

Si México no recupera su autonomía política y económica, quedará atrapado en un juego donde siempre pierde.

En este contexto, el mejor escenario es esperar a que la propia economía estadounidense frene los excesos de Trump. Si su visión económica extremista provoca una recesión, su margen de maniobra se reducirá y su discurso proteccionista perderá fuerza.

¿Será que en el segundo mes de gracia se tomarán acciones en contra de narco-políticos y que, a partir de ello, la presidenta se sacuda el lastre que le impide corregir el rumbo? Ya lo veremos.

X: @diaz_manuel