La presidenta de México tuvo una exitosa participación en la cumbre del G20 la semana pasada, en Río de Janeiro. Después de seis años de aislamiento, México recuperó su tradición diplomática y se escuchó su voz, al más alto nivel, en la reunión multilateral. Los temas de la cumbre eran complejos. Se lanzó una iniciativa para erradicar el hambre y la pobreza; impuestos a los ultrarricos; compromiso con el cambio climático; reforma a las instituciones globales.
El 15 de octubre pasado, Daron Acemoglu, Joseph Stiglitz, Shantayanan Devarajan, José Antonio Ocampo, Dani Rodrik, Jeffrey Sachs, Lawrence H Summers, Andrés Velasco, Ernesto Zedillo, entre otros prestigiados economistas, escribieron una carta a los miembros del G20.
Les recordaron que los países más pobres del mundo están en una crisis de desarrollo y necesitan un mayor acceso a financiación asequible. Hicieron un llamado para que aumenten sus contribuciones, al menos un 20%, a la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial. La AIF es la entidad que ha prestado ayuda a los países más pobres durante más de 60 años.
El Banco Mundial pronostica que casi un tercio de los países de bajos ingresos tendrán ingresos per cápita más bajos en 2026 que en 2019. De los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, el primero era “poner fin a la pobreza en todas sus manifestaciones para 2030″. Las proyecciones actuales indican que casi 600 millones de personas seguirán en situación de pobreza extrema para esa fecha.
A medida que otras fuentes de financiamiento externo para los países más pobres se han reducido en los últimos años, la AIF ha mantenido su compromiso de financiamiento anual promedio de casi 35,000 millones de dólares anuales durante los últimos tres años. Ese modelo ya no es sostenible sin un aumento de las contribuciones de los donantes.
Desde la reunión de líderes, en 2008, el G20 se ha convertido en un foro importante para la gobernanza económica mundial. Los países que participaron en Río de Janeiro son: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, República de Corea, Rusia, Sudáfrica, Turquía. Además, la Unión Europea y la Unión Africana también estuvieron representadas en la cumbre, lo que elevó la participación a un total de más de 40 países, incluyendo a otros invitados como España. Representan alrededor del 85% del PIB mundial, el 75% del comercio internacional y dos tercios de la población del planeta.
La cumbre del G20 se caracteriza por:
- Diversidad de miembros: reúne a economías desarrolladas y emergentes, lo que proporciona una plataforma inclusiva y una gama más amplia de perspectivas e intereses.
- Agenda flexible: si bien inicialmente se centró en cuestiones económicas y financieras, se ha ampliado para incluir temas como pobreza, cambio climático, salud y el futuro del trabajo.
- Estructura informal: funciona como un foro informal, lo que permite debates más dinámicos y una toma de decisiones potencialmente más rápida.
- Rotación de liderazgo: el país anfitrión establece la agenda para la cumbre de ese año y esto ayuda a garantizar que se aborden diversas prioridades.
El G20 cumple varias funciones importantes en la gobernanza global:
- Gestión de crisis: tiene capacidad para coordinar respuestas rápidas a las crisis globales, como la financiera de 2008.
- Coordinación de políticas: proporciona una plataforma para que los líderes alineen sus políticas económicas y financieras.
- Oportunidades diplomáticas: ofrece valiosos momentos para reuniones bilaterales.
- Definición de la agenda: ayuda a centrar la atención mundial en cuestiones específicas.
A pesar de su potencial, el G20 ha enfrentado varias críticas y desafíos:
- Resultados concretos limitados: suele producir resultados tangibles limitados y los acuerdos a veces son vagos o no vinculantes.
- Cuestiones de representación: aún excluye a la mayoría de los países del mundo, lo que genera dudas sobre su legitimidad en la gobernanza global.
- Dificultad para alcanzar el consenso: la diversidad de sus miembros puede dificultar la consecución de acuerdos significativos sobre cuestiones polémicas.
- Opacado por reuniones bilaterales: las reuniones bilaterales de alto perfil que se llevan a cabo al margen eclipsan la agenda oficial.
- Falta de mecanismos de cumplimiento: no tiene poderes formales de cumplimiento.
Hipotéticas lecciones personales:
Probablemente, en el largo vuelo de regreso, me imagino que la presidenta de México reflexionó sobre su participación en la cumbre del G20.
- Perspectiva global: adquirió una comprensión más amplia de los desafíos económicos globales y cómo se interconectan entre las naciones. Esta visión del mundo ampliada puede informar sus decisiones de política interna.
- Habilidades diplomáticas: perfeccionó sus habilidades diplomáticas para navegar en negociaciones multilaterales complejas y generar consenso entre diversos intereses.
- Intercambio de políticas: aprendió sobre enfoques innovadores de políticas y mejores prácticas de sus contrapartes, lo que potencialmente inspirará nuevas soluciones para los desafíos internos.
- Construcción de relaciones: desarrolló relaciones personales con otros líderes mundiales, que pueden aprovecharse para la cooperación futura.
- Importancia de la colaboración: equilibró los intereses nacionales con las responsabilidades globales, y entendió la necesidad de establecer compromisos y entendimiento mutuo.
- Preparación y adaptabilidad: se preparó minuciosamente y se adaptó a los acontecimientos inesperados, o a la oposición de otros líderes.
- Valor de la diplomacia informal: avanzó en las conversaciones informales y aceptó la importancia de cultivar las relaciones personales.
- Superar las divergencias: entendió que hay diferentes prioridades entre las naciones, en particular entre las economías desarrolladas y las emergentes, sin descarrilar los acuerdos más amplios.
- Habilidades de comunicación: transmitió sus posiciones de forma clara y persuasiva, tanto a los demás participantes como a sus audiencias nacionales.
- Oportunidades bilaterales: tuvo reuniones individuales cruciales al margen, donde pudo abordar cuestiones bilaterales específicas para forjar nuevos acuerdos.
- Influencia global: participó en las decisiones del G20, opinó para dar forma a las políticas económicas globales y abordar los desafíos internacionales apremiantes.
- Credibilidad interna: al ser vista como una participante activa en el escenario mundial mejoró su posición política interna.
- Gestión de crisis: participó en la coordinación de respuestas rápidas a las crisis globales de hoy.
- Influencia global: dio forma a la agenda global y afirmó su liderazgo en cuestiones críticas.
- Cooperación reforzada: aprendió que los marcos multilaterales facilitan la creación de confianza y las asociaciones a largo plazo entre las naciones.
- Innovación en políticas: intentó inspirar enfoques innovadores para los desafíos nacionales e internacionales.
Siempre habrá quien prefiera ver las desventajas:
- Algunos críticos sostienen que las cumbres del G20 producen compromisos vagos o acuerdos no vinculantes, lo que puede frustrar a los líderes que buscan resultados más tangibles.
- El tiempo dedicado a las cumbres internacionales puede dar lugar a acusaciones de descuido de los asuntos internos.
- El aumento de los conflictos geopolíticos, como los derivados de la guerra entre Rusia y Ucrania, puede dificultar la consecución de un consenso y crear situaciones diplomáticas incómodas.
- La naturaleza de alto perfil de las cumbres del G20 somete a los líderes a una intensa cobertura mediática y a posibles críticas sobre su desempeño o sus declaraciones.
- La amplia agenda de las cumbres, que abarca temas que van desde la pobreza y el cambio climático hasta la salud mundial, puede resultar abrumadora. Exige a los líderes que comprendan rápidamente cuestiones complejas que están fuera de su especialidad.
- Los resultados no son vinculantes, lo que limita su impacto si no se lleva a cabo un seguimiento.
- La preparación y la participación en las cumbres exigen una cantidad significativa de tiempo, energía y recursos financieros.
- Alcanzar un consenso puede ser un desafío, ya que las prioridades en pugna y la dinámica de poder a veces obstaculizan el progreso.
- Las críticas públicas a las “palabras sin acción” pueden socavar la legitimidad de los esfuerzos multilaterales.
- Las naciones más pequeñas pueden sentirse marginadas, ya que las agendas reflejan las prioridades de los participantes más poderosos.
La participación de México en cumbres multilaterales como la del G20 siempre es un arma de doble filo para el gobierno. Estos eventos ofrecen oportunidades incomparables de colaboración, influencia y resolución de problemas a escala global, pero también plantean desafíos importantes en materia de diplomacia, asignación de recursos y gestión de expectativas.
Los líderes que abordan las cumbres con preparación, apertura y compromiso tienen más probabilidades de obtener los beneficios y mitigar los inconvenientes. En última instancia, las lecciones aprendidas en estas reuniones son invaluables para fomentar la cooperación global en un mundo cada vez más interconectado.