“Renovar los votos es una forma simbólica de reafirmar el compromiso adquirido el día de la boda”.

DEFINICIÓN CATÓLICA

“Ante la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, y la consejera jurídica del gobierno federal, Ernestina Godoy, Guerra Álvarez hizo un llamado a ‘renovar los votos’ con los principios de prudencia, justicia, valor y libertad, para fomentar la paz social y la calidad de vida de la Ciudad de México”.

Diario El Universal

Miguel Ángel Mancera descuidó lo fundamental en una megalópolis: la seguridad de sus habitantes. Ello condenaba a toda la nación a la catástrofe porque la Ciudad de México es, al mismo tiempo, megalópolis (una ciudad simple y sencillamente enorme) y metrópoli (la ciudad principal del país).

Existe una ciudad, Centralia, considerada la puerta del infierno porque arde desde 1962. El incendio inagotable en su subsuelo, “sin atisbo a apagarse”, lleva más de seis décadas “expulsando llamas y gas tóxico que hace impracticable la vida”.

La fallida guerra contra el narco de Felipe Calderón incendió a no pocas regiones de México que han vivido bajo el fuego desde hace tres lustros. La verdad de las cosas es que las acciones ejecutadas por quienes gobiernan tienen consecuencias. El caos generalizado causado por la violencia fue el resultado de una decisión tan absurda de Calderón para tratar de que se olvidara al fraude electoral que lo llevó al poder.

Si no se incendió todo el país —México pudo haber sido una Centralia realmente gigantesca— se debió a que su capital resistió. Gobernada por partidos de izquierda desde 1997, la CDMX, especialmente por el trabajo de Andrés Manuel López Obrador, tenía fortalezas que la alejaron del infierno en que Calderón convirtió a buena parta de nuestra nación.

El problema es que el cuarto gobernante de izquierda de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, dio la espalda a los principios de quienes lo eligieron y participó con entusiasmo —y con frívola irresponsabilidad— en la fiesta de corrupción del final del llamado periodo neoliberal. Juerga a la que fue invitado, con otros dirigentes de izquierda, como los chuchos del PRD, para hacer posible el llamado pacto por México que tenía dos propósitos: el primero, reformar la Constitución en la lógica de la derecha mexicana, y el segundo, tratar de impedir el avance del movimiento de AMLO.

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Las reformas de Luis Videgaray que hizo suyas el expresidente Enrique Peña Nieto salieron adelante. Fracasó, afortunadamente, el plan para impedir la llegada de López Obrador a la presidencia. Este plan no podía funcionar. Sorprende que alguien tan inteligente como Videgaray resultara incapaz de comprender que nada representaban los chuchos, el grupo de izquierda del PRD que apoyó el gobierno peñista para que enfrentara a Andrés Manuel. A los insignificantes chuchos se sumó Mancera, seguramente por un diagnóstico también equivocado: el de que la fuerza de quien gobernaba la CDMX sumada a la del poder presidencial de Peña Nieto haría invencibles a quienes controlaban el PRD.

El hecho es que Miguel Mancera se alborotó de más en ese proyecto político condenado al desastre y, por supuesto, descuidó su trabajo. Se suponía que Mancera había sido un exitoso fiscal e inclusive un eficaz policía que no podía fallar en el tema de la seguridad pública. No podía fracasar, pero como suele ocurrir fracasó.

Claudia Sheinbaum, sucesora de Miguel Mancera en el gobierno de la CDMX, encontró incendiada a la metrópolis. Consciente de que si ardía totalmente la capital el país entero estaría perdido, puso su mejor esfuerzo en diseñar estrategias para apagar el fuego. Pero, ni hablar, los planes perfectos sin gente capaz de ejecutarlos no funcionan. Fue un fiasco el primer titular de la policía capitalina en el periodo de Sheinbaum. Esta mujer, pragmática, lo despidió rápidamente y apostó por un joven calificado para las actividades policiacas, Omar García Harfuch, quien fue realmente exitoso.

El incendio de la Ciudad de México se extinguió porque Harfuch dio resultados positivos de inmediato. Pudo hacerlo gracias a su jefa, desde luego. Pero también por la colaboración del resto de quienes mandaban en el sistema político capitalino, incluido el poder judicial de la Ciudad de México y el gobierno federal. Destaco tres nombres, el de Ernestina Godoy, la fiscal que colaboró con la jefa de gobierno Sheinbaum —lo hizo tan eficazmente que hoy es la consejera jurídica de la presidencia—; el de Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad el pasado sexenio y hoy titular de Gobernación, y el de Rafael Guerra, presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México. El trabajo en equipo, como siempre, es fundamental.

Ayer, de alguna manera renovaron sus votos Omar García Harfuch, Ernestina Godoy, Rafael Guerra, Rosa Icela Rodríguez y Claudia Sheinbaum.

El presidente del poder judicial capitalino presentó un informe de labores. Rafael Guerra dio a conocer avances notables, sobre todo en digitalización —que tanto facilita sus tareas a litigantes y a jueces— y en el nuevo sistema familiar y civil. No hay un tribunal más grande en Latinoamérica que el de la Ciudad de México. Pero no destaca por su tamaño, sino porque opera con razonable eficacia. Tendría que servir de ejemplo en la implementación de la reforma judicial.

En su informe, el magistrado Guerra dijo que “renovaba sus votos”. Lo expresó teniendo a su lado a la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, representante de la presidenta Claudia Sheinbaum en el evento, y me parece que dirigiendo la mirada a alguien del público, la consejera jurídica de la presidencia, Ernestina Godoy.

¿Y Harfuch que papel jugó en la renovación de los votos de la que habló el magistrado Guerra? Apareció más tarde. Cito a la columna Templo Mayor de Reforma:

“Las dudas de quienes se preguntaban para qué quería Omar García Harfuch facultades de investigación para la Secretaría de Seguridad Ciudadana que él encabeza comenzaron a disiparse ayer con el operativo Enjambre que se realizó en el Estado de México”.

“La acción conjunta para detener a 14 funcionarios públicos —entre alcaldes y jefes policiacos— que presuntamente cooperaban con el crimen organizado fue coordinada por el secretario. Y, aunque una golondrina no hace verano, esos primeros aleteos se escucharon fuerte ayer en territorio mexiquense y resonaron en todo el país”.

Templo Mayor, Reforma

En voz de quien encabeza su poder judicial, la ciudad que resistió e impidió que Felipe Calderón incendiara a todo México ayer renovó sus votos de eficacia en el combate a la delincuencia. Era lógico ya que, por lo visto, Claudia sabía lo que hacía en la CDMX y hoy sabe lo que hace como presidenta de la nación. Seamos optimistas. Vale la pena renovar, con los votos, la esperanza.