No sé si el término probabilidad —viene del latín probabilĭtas— está verdaderamente relacionado con la palabra probo, es decir, honesto. En el sitio de internet Etimologías de Chile se afirma que sí hay relación: probabilitas está formada por el verbo probare (comprobar), el sufijo bilis (posibilidad) y el sufijo tat (cualidad). Probabilidad significaría, de esa manera, “cualidad de poder probar”. Es probare el vocablo que viene de probus (“bueno, honrado, que te puedes fiar de él”).

Hace unos años leí un libro de la investigadora de la UNAM Leticia Mayer Celis, Rutas de incertidumbre. Ideas alternativas sobre la génesis de la probabilidad, siglos XVI y XVII, editado por el Fondo de Cultura Económica.

En esa obra se subraya que probabilidad y probabilismo no son lo mismo. El primero es un concepto matemático; el segundo, ético. En internet encontré una definición de probabilismo que me pareció suficientemente clara y sencilla y la cité en un artículo de 2015: “Sistema moral según el cual es lícito seguir una opinión que tenga ciertas razones (sólidamente) probables, aun cuando la opinión opuesta pueda presentar una mayor probabilidad”.

Dos accidentes en el metro capitalino en menos de una semana hablan de una alta probabilidad de que no sean tales, sino sabotaje. Lo dijo la propia jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien pidió una investigación a la fiscal Ernestina Godoy “pensando en que tuvimos este tema de la línea 9 y hoy tenemos el de la línea 2″.

Claudia no mencionó un tercer elemento para sospechar que ha habido sabotaje: que se haya citado a Florencia Serranía, exdirectora del metro, a declarar en un proceso judicial. ¡¡¡Todo esto en unos cuantos días!!!. Si grazna como un pato, camina como un pato y se comporta como un pato, entonces, seguramente es un pato. El inductivismo suele ser de gran ayuda para entender la perversidad de la política. Y es que, para colmo, los accidentes se presentaron para echar a perder un anuncio muy positivo de la jefa de gobierno: que los homicidios dolosos están en un mínimo histórico en la capital mexicana. Sin duda, el metro de la CDMX a veces se mueve como pato y hace cua cua.

Afortunadamente no hubo muertes en ambos incidentes en el metro, pero sí fotos impactantes —con fuego y humo— y se presentó la situación lamentable de haber tenido que desalojar a unas mil 300 personas, según informa La Jornada. Espectáculo más que suficiente para que se empiece a diagnosticar la anticipada muerte de Claudia Sheinbaum como candidata presidencial de Morena.

En su libro sobre la génesis de la probabilidad, la autora, Leticia Mayer, dice que los religiosos europeos —dominicos, jesuitas—, en aras de encontrar mecanismos para la salvación del alma de las personas que habitaban otros mundos, como el americano, concluyeron que debían exponer la fe cristiana a los “bárbaros con argumentos probables”, es decir, “los argumentos admitidos por una autoridad proba”.

En el caso del metro capitalino ya desde hace meses el diagnóstico lo hace una supuesta autoridad proba: la comentocracia, que se ha dejado caer con saña contra Sheinbaum y que ahora dirá sobre los sabotajes —”altamente probables”, según una fuente confiable y también según el razonamiento inductivo— que son accidentes causados por errores operativos.

No sé si Claudia resistirá los ataques. Espero que sí, desde luego. Pero de que la campaña de linchamiento en su contra es durísima, no puede haber la menor duda. Y no solo en columnas políticas, también de parte de la autoridad electoral. Ella ha hablado de las elecciones presidenciales de 2024, es verdad; pero igualmente lo han hecho —y quizá con más apasionamiento— Marcelo Ebrard y Adán Augusto López. ¿Por qué el INE solo investiga a la jefa de gobierno por supuestos actos anticipados de campaña?

Se trata de sabotear, además del metro, una candidatura feminista. De destruir la posibilidad de que se concrete la quinta transformación de López Obrador: la de que su proyecto sea consolidado por alguien de reconocida honestidad, de auténtica ideología de izquierda y que sea mujer.

Es muy alta la probabilidad de más sabotajes en la Ciudad de México. El probabilismo —insisto, un concepto moral— debería llevar a Morena y a AMLO a analizar las cosas con base en ciertas razones sólidamente probables que si se explican correctamente dejan todo en claro: la intención de destruir a la única mujer que en toda la historia de nuestro país ha peleado verdaderamente por la presidencia del gobierno. Grilla perversa y además machista, es la verdad.