Héctor Aguilar Camín confesó en Milenio que, dado que se dijo en las redes sociales de internet –lo expresó textualmente: “se dijo en las redes”– él ha llegado a la conclusión de que ha perdido toda credibilidad la estrategia de seguridad de la presidenta Claudia Sheinbaum. Así de sesudo el análisis de tan distinguido periodista.
En Excélsior, Ciro Gómez Leyva ha manifestado estar profundamente desilusionado porque la presidenta de México no ha aceptado el diagnóstico de las redes sociales, elaborado no solo por influencers, sino por numerosos periodistas profesionales y propietarios de medios de comunicación. ¿Qué le habría gustado al colaborador de Excélsior? Que Sheinbaum simple y sencillamente aceptara que la 4T no tiene remedio y que modificará las bases del proyecto de izquierda. Confunde objetividad con deseos políticos personales de venganza.
En la misma lógica, la de que “se dijo en las redes”, una periodista normalmente seria, Elisa Alanís, ha exigido a la presidenta de México “romper el pacto”. ¿Cuál pacto? Elisa no lo aclara, pero dado el contexto resulta evidente que se refiere a la continuidad del actual gobierno respecto del de López Obrador.
Abundan este martes comentarios en la prensa de periodistas indignados porque la presidenta de México ya demostró que no va a permitir que la propaganda, la diseñada por gente carroñera, dañe a la Cuarta Transformación.
Están enojados quienes utilizan el cadáver del alcalde de Uruapan porque se les califica como lo que son: buitres que nutren sus estrategias políticas con un muerto al que olvidarán cuando ya no sea útil como mercancía de la mercadotecnia política.
Se verá pronto, en solamente un año y medio, cuando se realicen las elecciones 2027, si el carroñerismo logró su propósito y derrota a la 4T, o si la sociedad mexicana sigue votando mayoritariamente por la izquierda.
Confío en que la gente volverá a apoyar en las urnas a Morena y a sus partidos aliados. Es lo único moralmente aceptable en un país que no ha dejado de sufrir las consecuencias de la absurda guerra contra el narco emprendida por uno de los ídolos de nuestra comentocracia, Felipe Calderón, quien se lanzó a tontas y a locas a combatir a las mafias, con toda la potencia de fuego de las fuerzas armadas, con el único propósito de que se olvidara el fraude electoral de 2006.
Calderón no solo cometió errores estratégicos brutales en su fallida guerra, sino que en el colmo de la traición, puso al frente de las operaciones bélicas a un aliado del cartel de Sinaloa, Genaro García Luna, hoy preso en Estados Unidos porque se le juzgó y se le encontró culpable del delito de narcotráfico.
En la ilegalidad electoral está el origen del mal.



