La revisión formal del T-MEC a realizarse en 2026 está configurando un escenario donde convergen tensión y oportunidades para la región. Las cámaras empresariales estadounidenses que se han manifestado en el proceso de consulta previo respaldan la continuidad del acuerdo, pero advierten que las recientes reformas impulsadas por el gobierno mexicano amenazan los fundamentos de confianza que lo sostiene.
Siendo contundentes en la relevancia del T-MEC para la estabilidad económica de Norteamérica, su presión política ya actúa como contrapeso frente a las tentaciones proteccionistas del presidente Donald Trump.
En contraste, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), bajo el liderazgo de Francisco Cervantes, ha asumido un papel cada vez más alineado con Palacio Nacional. Lejos de representar los intereses del sector privado, el organismo se ha ido convirtiendo en una extensión política de Morena, debilitando la posición de México. Este desdibujamiento institucional amenaza con dejar al país en un estado de incompatibilidad frente a uno de los tratados más estratégicos para el desarrollo económico.
Kenneth Smith Ramos, quien fue jefe negociador técnico del T-MEC, explicó “se trata de un tratado de libre comercio con un valor de casi dos billones de dólares para los tres países. El comercio entre México y Estados Unidos alcanzará probablemente los 900 mil millones de dólares este año y el 83% de las exportaciones mexicanas tienen como destino el mercado estadounidense”. Datos que dimensionan la magnitud de lo que está en juego.
Apuesta por la continuidad
Mientras México envía señales contradictorias, grandes organizaciones empresariales estadounidenses como la U.S. Chamber of Commerce y el Business Roundtable, insisten en la importancia de mantener la estabilidad del Tratado, reconocen que ha sido clave para la integración de cadenas de valor, el fortalecimiento del comercio intrarregional y la competitividad de Norteamérica.
El Business Roundtable subrayó: “la continuidad y fortalecimiento de estos beneficios será crítica para la vitalidad de la comunidad empresarial estadounidense”, mientras que la U.S. Chamber enfatizó que el marco del T-MEC “debe confirmarse y preservarse” durante la revisión de 2026.
En otras palabras, el sector privado de Estados Unidos busca blindar el acuerdo como pilar de certidumbre jurídica e inversión, incluso frente a vaivenes políticos.
Voces críticas
Un documento presentado ante la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) detalla prácticas que incrementan la incertidumbre para las empresas: auditorías fiscales discrecionales, debilitamiento institucional y obstáculos regulatorios en el sector energético. Medidas que, en conjunto, podrían contravenir disposiciones del propio T-MEC, sobre todo en materia de inversión y trato nacional.
Riesgos para México
Reformas recientes han encendido focos de alerta entre los socios comerciales:
1. Reforma al Poder Judicial. Una justicia politizada podría violar los compromisos de México en los capítulos de inversión, trabajo y anticorrupción del tratado.
2. Eliminación de órganos autónomos. La desaparición de entidades técnicas —Cofece, CRE o el INAI— implica un debilitamiento institucional que erosiona la confianza y amenaza la transparencia regulatoria exigida por el T-MEC.
3. Restricciones en el sector energético. Políticas que privilegian a la CFE y limitan la inversión privada en energías renovables son calificadas como contrarias al espíritu del acuerdo. El rechazo o retraso en permisos para generación limpia y el trato preferencial a empresas estatales, también afecta directamente los principios de libre competencia.
Los efectos negativos
Tras la desaparición de los reguladores independientes y la creación de una Comisión Nacional de Energía subordinada a la SENER, el país enfrenta rezagos en generación eléctrica. La propia Secretaria de Energía, Luz Elena González reconoció el fracaso al señalar durante la presentación del Plan Michoacán que más de 90 comunidades en ese estado carecen de electricidad, cuando en 2018 la cobertura nacional superaba el 98 por ciento.
Macron y las señales internacionales
En sintonía con los reclamos de Estados Unidos y Canadá, durante su visita a México y cuando también se negocia el Tratado con Europa, el francés Emmanuel Macron expresó su interés por ampliar inversiones de empresas francesas en energías renovables y transición ecológica. Subrayando la necesidad de un “marco regulatorio estable y transparente” que permita el desarrollo de proyectos sustentables.
No obstante, durante la conferencia de prensa conjunta, se sembró una pregunta dirigida contra una de las compañías francesas que operan en el país en energías limpias y gas natural. El episodio fue percibido como un intento de cuestionar a la empresa, como muestra de ambiente hostil hacia la inversión extranjera y un recordatorio de las tensiones internas entre el discurso de apertura y las prácticas del poder.
Llamado de atención
El mensaje del sector privado estadounidense converge en un punto: el T-MEC debe mantenerse, pero México debe cuidar la fortaleza de sus instituciones, la independencia judicial y la apertura regulatoria que dan sentido al acuerdo.
Si las reformas políticas e institucionales avanzan en dirección contraria, el país perderá atractivo económico y pondrá en riesgo su papel dentro de la cadena productiva norteamericana.
El T-MEC fue concebido como palanca de crecimiento, no como obstáculo, pero la deriva institucional y energética del actual gobierno amenaza en convertirlo en un espejo incómodo que exhibe la distancia entre los compromisos internacionales y la realidad del país.
X: @diaz_manuel





