Durante décadas, los feligreses del credo neoliberal, colocados los más al mando de no pocas naciones y organismos internacionales (México incluido) era una que gustaba mucho a Carlos Salinas de Gortari, que así se intente desmarcar de esa doctrina y su sambenito de ser el padre del neoliberalismo en México, intentando endosar (no sin tener, en parte, razón) al doctor Ernesto Zedillo ese blasón, esgrimiendo que en su sexenio lo que introdujo al país vía su administración fue el liberalismo social, ese del que tanto habló el sabio del viejo sistema, don Jesús Reyes Heroles.

Bien, la frase en cuestión es aquello de “la mejor política industrial es no tener política industrial”, lo cual llevaron a la práctica, por medio de la desregulación, el abandono del proteccionismo y sobre todo, el dejar atrás cualquier atisbo de la sustitución de importaciones, importando todo tipo de bienes bajo es criterio de las “ventajas competitivas”, la principal, el aprovechamiento de la mano de obra barata del país que mejor conviniera.

China lo entendió a la perfección, atrayendo parte no despreciable de la planta productiva de, por ejemplo, los Estados Unidos, cayendo redonditos en lo que en su momento algunos economistas de denominaron la trampa china, que es lo que hoy le explota al mundo en las manos: esos países, y vuelvo a subrayar China, supo leer la coyuntura mejor que nadie, y se dispuso a aprovechar por medio de la transferencia de tecnología, es decir, asimilar conocimiento y tecnología extranjeros para luego no sólo igualarnos, sino mejorarlo todo y hoy, prácticamente, mostrar al resto del mundo auténticas ciudades futuristas (con todos los bienes, ya por ellos diseñados y fabricados y mejorados).

¿En serio, la mejor política industrial era el no tener una política industrial?, vaya, para China resultó ser, a futuro y no sin una férrea disposición a la disciplina y sacrificio el convertirse relativamente en poco tiempo en una superpotencia; hoy un Donald Trump aterrado porque lo ha entendido todo, intenta de forma más que legítima, recuperar y dar marcha artes en lo que se pueda en favor de su país, caso parecido a otros países, México entre ellos, que por medio de su Plan México pretende el no depender del todo del exterior, fortaleciendo el consumo interno, la sustitución de importaciones y las cadenas de valor.

Según parece, la tercera guerra mundial está en marcha y no es bélica, sino comercial, siendo (precisamente) el neoliberalismo a ultranza, el causante y además el que claramente avanza en el campo de batalla con claras desventajas dado las consecuencias de abusar de su propio credo, llevado este hasta el paroxismo y aprovechado por otros países, que no hicieron sino comprender y aprovechar las falencias y debilidades de dicha doctrina económica.