La mayoría de mexicanos no sabe que el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) era algo completamente inviable, una quimera enfermiza de grupos de élite que harían el negocio de la vida. Algo así (independientemente de cantidades) como el Fobaproa, que sí le dio ese golpe bestial al país, y no porque peligrara (¡poca cosa!) el sistema nacional de pagos, sino porque ocurrió con tamaños abusos y cinismo por parte del gobierno y banqueros.

También, parecido al atraco detenido por Andrés Manuel López Obrador, cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México, en cuanto a un polígono denominado “Paraje San Juan”, por medio del cual se pretendía un fraude (de parte de una familia de apellido Arcipestre, que se pretendía ostentar como propietaria legítima) al gobierno de la CDMX, y AMLO se empeñó en resistirse, investigando (cual paciente historiador) los archivos de siglos, para llegar a la conclusión final de que ese enorme predio pertenecía a la entonces Secretaría de la Reforma Agraria.

Eso, si mal no recuerdo, consta en los documentales “¿Quién es el señor López?”, del cineasta Luis Mandoki, gracias al cual millones nos enteramos de la hazaña del grosero fraude frustrado en dicho paraje. El NAIM Texcoco es algo parecido. Y si no se convoca a debates en medios con especialistas partidarios del aeropuerto malogrado frente a sus defensores, la gente seguirá sin argumentos válidos para poder tocar el tema. Es importante, ya que la gente debe tener pleno conocimiento de la importancia de la industria aérea en nuestro país.

En lo personal, creo que basta y sobra con leer el libro “El pecado original”, del ingeniero Javier Jiménez Espriú. Mi mayor confusión fue cómo es que, con tantas y tantas razones que hacían esa obra virtualmente imposible, aún así se hayan atrevido a comenzar el proyecto.

Obviamente no es suficiente dicho libro del ingeniero Jiménez Espriú, hacen falta foros de debate televisados, o bien grabados en redes sociales y después difundidos en todos los canales de TV, estaciones de radio y plataformas digitales del gobierno y/o concesionadas, porque no es justo ni posible que siga la oposición con la cantaleta de un mega-aeropuerto (repito) imposible, y así sea de manera muy marginal y minoritaria. También hay que destacar que se utilice el tema de manera ruidosa, sin pudor, para golpear a la pasada administración federal (AMLO) y también a la presente, de Claudia Sheinbaum Pardo.

Tema aparte, es la promesa incumplida por la administración Sheinbaum de consolidar un sistema aeroportuario metropolitano, al estilo de Nueva York y/o Londres, pues Toluca continúa con un altísimo porcentaje de vuelos privados; el AIFA es utilizado mayormente para carga; de la Terminal 3 del AICM nada se sabe y menos aún del compromiso de reactivar el aeropuerto de Cuernavaca, con motivo del próximo Mundial de futbol a celebrarse (en sede compartida) en nuestro país el año próximo. Es inaceptable que el turismo extranjero regrese a sus países de origen hablando pestes del sistema aeroportuario actual de la Ciudad de México.