A partir de la noción de voluntad de Schopenhauer, Nietzsche describe a la voluntad de poder como la fuerza constructora de la vida humana. No son los deseos de supervivencia o reproducción los que impulsan al hombre, sino una necesidad vital de poner en movimiento su voluntad en la realidad. Esta voluntad de poder se manifiesta en una variedad de formas, desde la búsqueda del dominio de la naturaleza, hasta el dominio político y social.
La moral tradicional y las normas sociales no son más que actos destinados a restringir la vitalidad del ser humano, por ello Nietzsche desafía las restricciones y controles de la moral cristiana, proponiendo un proceso evolutivo en el que se libera la fuerza vital mediante una trasmutación de valores.
En contraste, la voluntad de verdad se refiere a la búsqueda incansable de la verdad, sin importar cuán incómoda o inconveniente pueda ser. Este concepto ha sido explorado por numerosos filósofos, pero ha sido Foucault quien lo analizó en profundidad en el contexto del poder y el conocimiento. Para Foucault, la voluntad de verdad no es una búsqueda neutral o desinteresada; está intrínsecamente ligada a las estructuras de poder y a las prácticas discursivas.
Foucault sostiene que lo que se considera verdad social o política está determinado por quienes desde las relaciones de poder tienen la capacidad de definir y controlar el discurso dominante. Así, la voluntad de verdad es también una voluntad de poder, ya que aquellos que poseen la verdad (política o social) tienen la capacidad de influir y controlar a los demás. En este sentido, la verdad no es un objetivo universal y absoluto, sino una construcción que se manifiesta en toda relación de poder.
El conflicto entre la voluntad de poder y la voluntad de verdad nace de la asimetría entre objetivos y métodos. Mientras que la voluntad de poder busca dominar y transformar al mundo desde una visión vitalista, la voluntad de verdad no es más que una artificialidad que busca aniquilar la esencia de la vida.
En el ámbito social y político, los líderes y las instituciones generalmente emplean la manipulación de la verdad para mantener artificialmente el poder, mientras que los movimientos de resistencia luchan por revelar y desafiar estas falsedades.
A lo largo de la historia, el conflicto entre la voluntad de poder y la voluntad de verdad ha sido evidente en numerosos contextos. Durante la Edad Media, la Iglesia Católica utilizó su monopolio sobre la verdad religiosa para mantener su poder, mientras los herejes y reformistas lucharon por desafiar y redefinir esta verdad.
En la era contemporánea, los medios de comunicación y las redes sociales se han convertido en campos de batalla donde se libra este conflicto. Las “fake news” y la desinformación son herramientas empleadas por aquellos que buscan consolidar su poder, mientras que los periodistas y activistas se esfuerzan por desenmascarar estas mentiras y presentar la verdad al público.