He estado viajando las últimas tres semanas. Y sigo trabajando intensamente todos los días desde cualquier lugar en donde me encuentre. Por eso he pensado mucho en la posibilidad de que los gobiernos (municipios, estados y gobierno federal), algún día, se atrevieran a replantear el futuro del trabajo. ¿Usted cree que podrían aprender de las organizaciones que ya han adoptado la flexibilidad geográfica?
Los modelos de teletrabajo podrían transformar la distribución del talento en los gobiernos. Incluso podrían eliminar las posibilidades de corrupción. Necesitamos empezar a pensar en casos prácticos y estrategias para que los gobiernos atraigan talento, impulsen la innovación, la transparencia y promuevan la equidad.
En el cambiante panorama laboral moderno, hay todo tipo de opiniones diversas sobre el trabajo tradicional de oficina, los modelos híbridos y las configuraciones totalmente remotas.
En medio de este debate, leí el libro de Prithwiraj Choudhury, “The World Is Your Office: How Work from Anywhere Boosts Talent, Productivity, and Innovation” (2025). Se perfila como una guía, basada en evidencia, que defiende el modelo de “trabajo desde cualquier lugar” (“Work From Anywhere” o WFA) como una estrategia transformadora para las organizaciones del siglo XXI.

Basándose en más de una década de investigación pionera de la Escuela de Negocios de Harvard, Choudhury postula que el WFA no es un simple cambio logístico, sino una profunda ventaja competitiva que puede redefinir la forma en que las empresas atraen talento, mejoran la producción e impulsan la innovación.
El argumento central gira en torno a una clara distinción entre el teletrabajo que ofrece flexibilidad temporal, pero requiere que los empleados permanezcan geográficamente vinculados a una oficina, y el teletrabajo que otorga flexibilidad tanto temporal como geográfica, permitiendo a los empleados vivir y trabajar desde cualquier lugar con una conexión a internet.
El teletrabajo beneficia por igual a trabajadores, comunidades y empleadores. Para los trabajadores, ofrece una flexibilidad inigualable, una mejor calidad de vida y un potencial ahorro de costos al permitir la reubicación en zonas más atractivas o asequibles. Para las comunidades, puede impulsar el desarrollo regional al distribuir el talento calificado de forma más amplia, reducir la congestión urbana y aliviar las presiones migratorias. Para los empleadores, el teletrabajo ofrece ventajas significativas en la adquisición y retención de talento, la productividad y la innovación.
Un pilar central del libro de Choudhury es el profundo impacto del teletrabajo en el talento. Al eliminar las restricciones geográficas, las organizaciones pueden ampliar drásticamente su cartera de talento, reclutando a profesionales de primer nivel de todo el mundo, independientemente de su ubicación física. Esto les permitiría contratar a “la persona ideal” en lugar de “la persona disponible localmente”. También fomentaría una fuerza laboral más diversa e inclusiva y altas tasas de retención.
Más allá del talento, Choudhury demuestra meticulosamente cómo la flexibilidad geográfica puede impulsar significativamente la productividad. Esta mejora se atribuye a factores como la reducción de los tiempos de desplazamiento, el aumento de la autonomía y la capacidad de los empleados para optimizar su entorno laboral para lograr su eficacia personal.
El argumento es que, cuando los empleados pueden vivir donde prefieren, su bienestar general y satisfacción laboral se traducen en un mayor compromiso y, en consecuencia, en un mayor rendimiento.
El libro también profundiza en el potencial de la WFA para impulsar la innovación. Si bien la creencia popular sugiere que la proximidad física es esencial para la colaboración creativa, Choudhury argumenta que la WFA, cuando se implementa con prácticas de gestión intencionales, puede fomentar una ideación más profunda y reflexiva.
Aboga por una comunicación “asincrónica” y procesos de documentación sólidos, similares a la Wikipedia de una empresa, donde el conocimiento se comparte de forma transparente y se actualiza constantemente. Esto permite que personas de diferentes zonas horarias aporten ideas a su propio ritmo, lo que genera un trabajo más profundo y, potencialmente, soluciones más creativas.
Además, se proponen oportunidades estructuradas para la interacción informal, como reuniones virtuales o retiros presenciales periódicos fuera de la oficina, para combatir el aislamiento y facilitar conexiones fortuitas vitales para la innovación. El libro también explora cómo las tecnologías emergentes, como la IA y la automatización, pueden extender el trabajo remoto a roles tradicionalmente considerados “sin escritorio”, como la manufactura, al replicar digitalmente las operaciones del mundo real.
Choudhury reconoce los desafíos inherentes del trabajo remoto: comunicación entre zonas horarias, intercambio efectivo de conocimientos y mitigación del aislamiento de los empleados. Sin embargo, ofrece una guía práctica para que los líderes superen estos obstáculos, haciendo hincapié en estrategias como la creación de una base de conocimiento compartida y documentada, el diseño de flujos de trabajo que fomenten el intercambio de ideas y el fomento de una cultura de confianza y autonomía.
Tenemos que reimaginar el futuro del trabajo en el gobierno para que prospere en un mundo verdaderamente sin fronteras. Al adoptar los marcos de WFA, los gobiernos podrían abordar la escasez de talento, las ineficiencias operativas y los desafíos en la prestación de servicios públicos.
- Adquisición y retención de talento: Desde el inicio de la 4T, los gobiernos han tenido dificultades para competir con los salarios y la flexibilidad del sector privado. Implementar el WFA podría revolucionar la contratación en el sector público.
- Acceso global al talento: Los gobiernos podrían contratar puestos especializados (expertos en ciberseguridad, científicos de datos) independientemente de la ubicación, superando las barreras geográficas.
- Retención mediante la flexibilidad: Ofrecer autonomía de ubicación reduciría la deserción, especialmente entre los trabajadores más jóvenes que priorizan la conciliación de la vida laboral y personal.
- Diversidad: Las políticas de teletrabajo atraen a grupos subrepresentados (personas con discapacidad) a la función pública.
- Eficiencia operativa y ahorro de costos: El teletrabajo aborda directamente la sobrecarga burocrática y el desperdicio de recursos.
- Reducción de espacio físico: Reducir la huella física podría ahorrar miles de millones. ¿Cuánto gastan los gobiernos en espacio de oficina? Los modelos híbridos podrían reducir el costo entre un 40 % y un 60 %.
- Ganancias de productividad: Estudios citados por Choudhury muestran que los trabajadores remotos logran un rendimiento entre un 13% y un 22% mayor gracias a la reducción de distracciones.
- Planificación de la continuidad: Las fuerzas de trabajo distribuidas garantizan la resiliencia durante las crisis (pandemias, desastres naturales).
- Modernización de los servicios públicos: La WFA facilita la innovación centrada en el ciudadano.
- Servicios digitales: Las plataformas en la nube permiten a las agencias procesar permisos, beneficios y consultas desde cualquier lugar, reduciendo los tiempos de espera.
- Integración de IA y automatización: La robótica y la IA amplían la WFA a funciones que no requieren escritorio, como el monitoreo de infraestructura o las inspecciones de campo.
- Colaboración interjurisdiccional: Los equipos interinstitucionales pueden abordar problemas complejos sin retrasos ni costosos viajes.
- Marco de implementación para gobiernos: La estrategia requiere adaptación a las limitaciones del sector público.
- Repositorios virtuales: Las bases de datos centralizadas para políticas, capacitación y transcripciones de reuniones garantizan la coherencia.
- Mentoría electrónica: Incorporación remota y desarrollo de habilidades para nuevos empleados.
- Horarios híbridos: Dividir las semanas entre trabajo de campo/oficina y tareas remotas para mantener la cohesión.
- Arquitectura de confianza: Acceso seguro para teletrabajadores que manejan datos confidenciales.
- Sistemas gemelos digitales: Simulación de proyectos de infraestructura para la colaboración remota.
- Subvenciones para mejoras tecnológicas: La financiación federal podría subvencionar dispositivos y software seguros.
- Sueldos: Ajuste salarial según el lugar de trabajo de los empleados, no según la sede de la dependencia.
- Inclusión rural: Expansión de internet de alta velocidad para apoyar la WFA en zonas desatendidas.
- Protocolos de zona horaria: Expectativas claras para los puestos que requieren horarios de trabajo específicos.
- Retos y mitigaciones
- Ciberseguridad: Cifrado robusto y capacitación obligatoria para teletrabajadores.
- Cultura heredada: Adopción gradual de la flexibilidad geográfica, comenzando por las agencias tecnológicamente avanzadas.
- Auditorías de equidad: Monitorear las tasas de participación en todos los grupos demográficos para prevenir la exclusión.
Creo que el modelo de flexibilidad geográfica ofrecería a los gobiernos una vía para revitalizar el servicio público. Al adoptar estrategias de talento independientes de la ubicación, infraestructura digital y políticas flexibles, el gobierno podría mejorar la eficiencia operativa, fomentar la innovación y brindar un mejor servicio a los ciudadanos. Como argumenta el libro de Choudhury, la flexibilidad geográfica no es sólo una ventaja, sino una “ventaja competitiva” que los gobiernos ya no pueden permitirse ignorar.