Es muy difícil contabilizar el número de violaciones a los derechos humanos que sufrimos las mujeres, adolescentes y niñas en México, porque no todas nos atrevemos a denunciar; el miedo, las amenazas y la falta de conocimiento nos paralizan. Los feminicidios continúan.

Muy pocas veces hacemos honor a la sororidad durante esta lucha en la exigencia del respeto a los derechos de las mujeres. La violencia de género puede causar la muerte de las víctimas.

Las activistas que tenemos la oportunidad de escribir o hablar en los medios de comunicación alzamos la voz para que se escuchen nuestras voces que denuncian las agresiones físicas, laborales, monetarias, psicológicas y sexuales de las que somos víctimas. La normalización de la violencia de género tiene que erradicarse.

“La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) destaca que las muertes violentas de mujeres por razón de género (feminicidios/femicidios) pueden y deben prevenirse mediante esfuerzos conjuntos de todos los sectores de la sociedad. Así, llama al compromiso de los Estados y sociedades de las Américas para implementar medidas efectivas y oportunas de prevención, protección y erradicación que pongan fin al entramado de violencias que preceden a los feminicidios/femicidios”, (CIDH, 2023).

Desafortunadamente esta lucha constante que realizamos desde nuestras trincheras es dolorosa porque muchos hombres y mujeres en el supuesto “poder”, se vuelven cómplices de las y los agresores de las víctimas.

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“La violencia de género se refiere a los actos dañinos dirigidos contra una persona o un grupo de personas en razón de su género. Tiene su origen en la desigualdad de género, el abuso de poder y la existencia de normas dañinas. El término se utiliza principalmente para subrayar el hecho de que las diferencias estructurales de poder basadas en el género colocan a las mujeres y niñas en situación de riesgo frente a múltiples formas de violencia. Si bien las mujeres y niñas sufren violencia de género de manera desproporcionada, los hombres y los niños también pueden ser blanco de ella”, (ONU, 2023).

Existen estudios nacionales e internacionales para que las autoridades se documenten e implementen un cambio significativo para trabajar en la prevención de la violencia hacia las niñas, adolescentes y mujeres, a fin de evitar más vulneración hacia nuestros derechos. No queremos más femicidios.

“La violencia contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad de género, es decir, en la posición de subordinación, marginalidad y riesgo en el cual éstas se encuentran respecto de los hombres”.

“La muerte violenta de las mujeres por razones de género, tipificada en nuestro sistema penal como feminicidio, es la forma más extrema de violencia contra la mujer y una de las manifestaciones más graves de la discriminación hacia ellas”. (Gobierno de México)

Los protocolos, los programas, las políticas públicas y las leyes no se respetan como debiera de ser, existen interpretaciones que provocan la revictimización. Aunado a ello, la falta de empatía y la deshumanización.

No basta con hablar del respeto a los derechos humanos de todas y todos, es importante pensar, hablar y actuar con congruencia. ¡Ya no queremos más tumbas!