“La república austera resultó una fábrica de nuevos millonarios con reloj suizo y moral importada.”

REFLEXION

Dan asco.

Terminó siendo cierto: no les molestaba la corrupción, les molestaba no ser parte de ella.

La autoproclamada “cuarta transformación” prometió desterrar el saqueo, moralizar la vida pública y poner “primero a los pobres”. Pero el único cambio real ha sido de beneficiarios: los pobres siguen ahí; los nuevos ricos se visten de guinda.

El gobierno presume haber “sacado a millones de la pobreza”. Pero los datos del Coneval muestran otra historia: entre 2018 y 2022, apenas 5.1 millones de personas dejaron la pobreza, mientras el gasto en programas sociales se triplicó.

¿A dónde fue el resto del dinero? Tal vez a los relojes, a las mansiones y a los viajes de la “república austera”.

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La lista de los enriquecidos del obradorato crece más rápido que la inflación. No hay día sin un escándalo, una filtración o una nueva evidencia del contraste entre lo que predican y lo que practican.

Diputados austeros… pero millonarios. Según un reporte interno de la propia Unidad de Transparencia del Congreso, más de la mitad de los 253 legisladores de Morena cobran puntualmente 74,558 pesos mensuales por “atención ciudadana” y “asistencia legislativa”. El problema: en más de 130 casos, esas oficinas simplemente no existen. Hagamos cuentas: 745,580 pesos por diputado de enero a octubre, dinero que literalmente se esfumó.

Y si sumamos los 58,297 pesos mensuales por “informes legislativos” —que el 60% (152 diputados) nunca presentó—, el resultado es una malversación superior a los 101 millones de pesos.

Pero eso sí, dan sermones sobre honestidad.

También hay “científicos” del desvío y saqueo. María Elena Álvarez-Buylla, exdirectora del CONACYT, recortó becas, desmanteló fideicomisos científicos y persiguió a investigadores, mientras ella misma desvió al menos 57 millones de pesos en contratos opacos y gastos injustificados.

Su hija, Jimena García Álvarez-Buylla, es estudiante de la exclusiva Goldsmiths University of London y vive en una casa propiedad de su madre. El problema no es dónde estudia, sino de dónde salió el dinero para pagar todo eso.

Y los “nepo babies” de la 4T. Los hijos, sobrinos y parejas de la élite morenista aprendieron rápido el nuevo código de poder: fingir modestia con un reloj de siete millones de pesos en la muñeca.

Ahí está Alex Tonatiuh Márquez Hernández, director general de Investigación Aduanera, quien declaró tener una colección de relojes de lujo valuada en más de siete millones de pesos.

Austeridad de tiempo completo… pero en Suiza.

O la hija de Ricardo Monreal, María Monreal Pérez, que se reportó asistió al exclusivo y excesivamente caro Paris Fashion Week.

O León Manuel Bartlett, hijo del inquebrantable Manuel Bartlett, vendiendo equipo médico al sector salud a precios inflados, mientras su padre sigue sin aclarar su colección inmobiliaria.

Y, por supuesto, Andy López Beltrán, el hijo consentido del presidente, quien hizo su “austero” viaje a Japón —por “agotamiento laboral”— un año después de comprar una pintura de medio millón de pesos.

La genética del sacrificio, versión guinda.

Todos unos fifís del cambio verdadero, pues en el gabinete de Claudia Sheinbaum también abundan los conversos al lujo. Mario Delgado, secretario de Educación, “olvidó” declarar un departamento de 15 millones de pesos y se toma sus descansos en Portugal. Y en la clase política gobernante: Gerardo Fernández Noroña, autoproclamado socialista, vive en una casa de 12 millones, posee dos autos de lujo y viaja en vuelos privados de 257,000 pesos.

Y la lista sigue:

Adán Augusto López Hernández, exsecretario de Gobernación, con propiedades no declaradas en Tabasco.

Rutilio Escandón, ex gobernador de Chiapas, rodeado de denuncias por contratos amañados.

Rocío Nahle, cuya mansión en el fraccionamiento El Dorado de Veracruz vale más de 40 millones de pesos.

• Las casas de la pareja de Bartlett, documentadas por Latinus, que suman más de 800 metros cuadrados en Lomas de Chapultepec.

Y qué decir del “hermanísimo”, José Ramiro López Obrador. En su declaración patrimonial de 2024 reportó 13 ranchos, con más de 2.7 millones de metros cuadrados.

Asegura haber pagado por todos 9.2 millones de pesos, lo que equivale a 5.40 por metro cuadrado. Ni en los remates del Infonavit se consiguen esas gangas. Además presume 694 cabezas de ganado. La austeridad, al parecer, también da para milagros… pecuarios.

Y sigue y sigue y sigue.

Son ladrones de siete suelas. No cambiaron el sistema: se adueñaron de él. En la 4T no limpian la casa, le disparan al mensajero. No desmienten los robos, los niegan. No se avergüenzan de la hipocresía, la institucionalizan.

“Primero los pobres”, decían. Y cumplieron: primero los suyos, luego los demás. Y los demás… que esperen sentados.