“Solían los marineros, por atenuar su hastío/

Cazar algún albatros, bella ave del mar/

Que suele seguir paciente el viaje del navío/

Que surca los océanos en calma o tempestad./

Apenas depositan el ave en la cubierta/

Este viajero alado, torpe y sin voluntad/

Arrastra tras de sí sus grandes alas muertas/

Inútiles ahora que no puede volar.

El poeta asemeja a este rey de los cielos/

Que ríe del arquero y de la tempestad/

Exilado en la Tierra se arrastra por los suelos/

Sus alas de gigante le impiden caminar.”

BAUDELAIRE

Pocas veces la República ha sufrido un azote de tal calado y con consecuencias tan funestas como todo lo relacionado a la malhadada reforma al Poder Judicial que ideó este gobierno. Azote que apenas inicia y cuyo alcance será cada vez más profundo.

Parte de toda esta triste trama es que se ha instalado y naturalizado en la vida pública el ignorar las determinaciones que haga la Suprema Corte, ya no se diga las de no pocos jueces locales o federales. Eso incluye el que instancias de la propia rama judicial desestimen las resoluciones de otras que los superseden.

En este sentido quiero referirme al deleznable papel llevado a cabo por el Tribunal Electoral, en especial por su presidenta Mónica Soto. Muestra de la bajeza en la que han caído los garantes mismos del Estado de derecho en México con tal de ser aplaudidos por las altas esferas del poder que se “desempeñan” en sus otras dos ramas.

Pero, ¿cuál poder específicamente? Por cuanto al Ejecutivo federal y toda la estructura que lo acompaña, es importante saber si hablamos del poder que surgió del voto libre y secreto o del voto comprado y coaccionado; o de los criminales que gobiernan medio país y hoy ya hasta son considerados grupos terroristas por los Estados Unidos; o bien del de ciertas figuras políticas quienes, sin siquiera haber sido electos por el voto popular (¿no que, de acuerdo a la 4t, sin eso no se puede tener legitimidad alguna?) acumulan capacidad de influencia casi ilimitada y ahora hasta siembran a sus peones para ser los próximos ministros del tribunal supremo.

Pero vapulear al Poder Judicial es también el ejercicio favorito realizado por el Senado, en especial por parte de los legisladores Gerardo Fernández Noroña y Adán Augusto López, quienes sostienen que la Corte es intrascendente; estos dos sin tener la facultad constitucional para ello y sin siquiera haber sido votados por mayoría (ambos llegaron a la cámara alta por estar en la lista nacional de representación proporcional).

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Con absoluto descaro se atreven a realizar tómbolas para con ello simular que quienes estarán en las boletas para ser jueces, magistrados y ministros salieron sorteados. Tómbolas que “azarosamente” solo tienen como insaculados a gente cercana a ellos y a sus compinches, entre otros a los del constitucionalista en retiro Arturo Zaldívar. Es tal la dimensión de la burla, que ni siquiera hay gente cercana a la presidenta Claudia Sheinbaum entre los afortunados.

Mientras esto sucede, el Tribunal Electoral, guiado por Soto, no revisó ni una sola de todas las impugnaciones que le fueron turnadas relativas al proceso de selección de los candidatos a conformar el nuevo Poder Judicial. ¿Ese es el tamaño del miedo?, ¿de la amenaza de los que fraguaron la reforma y que pende sobre ellos como una espada bien afilada? Me reservo repetir los posicionamientos y reflexiones de la magistrada Soto. Solo decir que no conoce la Constitución y por ende tampoco cuáles son sus responsabilidades y funciones y las del TEPJF.

Las impugnaciones, fueran estas contra la tómbola, o de parte de individuos que arbitrariamente no fueron incluidos en las listas para competir, o debido a los errores de los comités, o por estar inscritos en listas equivocadas o de forma errónea, no fueron suficientes para ella y dos más de los integrantes del Tribunal para detener todo y permitir se subsanen los problemas. Se plasmaron correctamente las deficiencias y a cambio solo hubo cerrazón de la autoridad judicial electoral como respuesta. ¿El resultado? Absoluta injusticia en todo el proceso.

Pareciera que el Tribunal le da la razón a las autoridades de Estados Unidos quienes dicen: “los cárteles mexicanos trabajan mano a mano con funcionarios corruptos del gobierno mexicano a los más altos niveles. A veces es difícil decir quién es quién cuando se trata con cárteles, fuerzas militares y gobierno federal…”

¿Será que las listas fueron definidas por el narco de la mano del licenciado Zaldívar y el Tribunal no quiso entorpecer este acuerdo? No lo sabemos y no lo estoy afirmando aquí. Sin embargo, la intransigencia del TEPJF para cumplir con la ley y la participación de los miembros de Morena en el Poder Judicial para entorpecer el cumplimiento de la Constitución sin duda generan este tipo de interrogantes.

Ante este panorama desolador, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio un primer paso para librar—ahora sí— su última batalla antes de desaparecer. Una que está perdida de antemano, pero que de todas formas debe darse.

Así, el albatros de Baudelaire emprende su vuelo final. Determinó que el Tribunal Electoral no tiene jurisdicción para invalidar los juicios de amparo interpuestos contra la elección judicial (coincido con el tribunal máximo: ¡el TEPJF está violando la reforma misma!). La SCJN, sabiendo que en ello se va su aliento definitivo, ordenó a los jueces que emitieron suspensiones contra la reforma judicial, revisar sus fallos en un plazo de 24 horas. Porque primero es la ley, y en el mismo sentido les da un día para aceptar impugnaciones por haber quedado fuera de las listas y REVISARLAS.

De manera elegante, por mayoría, los ministros consideraron improcedente lo dicho por el TEPJF que pretendía declarar impedida a la ministra presidenta Norma Lucía Piña y otros ministros para discutir el proyecto de la reforma al Poder Judicial.

No pudieron, eso sí, debido al voto de las tres juristas del oficialismo (Lenia Batres, Loretta Ortiz, y Yasmín Esquivel) exhortar al TEPJF, al Senado y al INE así como a los comités de evaluación a acatar las medidas cautelares contra la reforma judicial (como es que el TEPJF invalide amparos contra la elección…).

Hemos llegado al final del juego. Podemos asegurar, en el momento que esto escribo, que las determinaciones que acaban de hacer en la Suprema Corte serán ignoradas por todos los que participan y simpatizan con el morenismo. Se escuchan los últimos estertores de la presente SCJN, del Judicial como lo conocemos, del respeto al Estado de derecho. Una época más turbia se cierne sobre todos nosotros.

Volvemos a la ley del más fuerte; el narco ha hablado y gobernará este país; las figuras principales de Morena lo acompañarán. La presidenta Sheinbaum es espectadora.