“El mejor automovilista es aquel que conduce con imaginación... imagina que su familia va con él en el auto.”

HENRY FORD

“Mustang Sally, guess you better slow your mustang down.

Mustang Sally, baby, guess you better slow your mustang down.

You’ve been running all over the town .

Oh, I guess I’ll have to put your flat feet on the ground.”

WILSON PICKETT

Es de que…” da miedo lo que se sabe de la posible reforma energética. Si bien aún no se conoce en su totalidad, el borrador que circula contiene una cláusula que anula cualquier beneficio que pudiera haber generado la reforma misma: la intervención del Estado en el momento en que así lo considere. Esto es como las prácticas de manejo en las que el instructor (si así se le puede llamar al gobierno) toma el control con los pedales cuando se le viene en gana, como se le venga en gana y por la razón que se le venga en gana. Digo, ya de por sí invertir en un régimen morenista significa una operación de alto riesgo…

Pero hay más: lo propuesto se parece mucho a la reforma energética de Peña Nieto (criticada y revertida, por cierto, por López Obrador) ¿O no? Claro, sin el grado de control del Poder Ejecutivo como se establece ahora…

Total, que el planteamientos para el sector eléctrico del claudismo se parece mucho a las propuestas neoliberales, pero metiendo el acelerador y el freno al mismo tiempo. Aquí el gobierno reprobaría en conducción.

A ver, a ver. Lo cierto es que México necesita gasolina (entiéndase dinero), pero resulta ser que Pemex y la CFE están absoluta y totalmente quebrados (cortesía de AMLO, del ingeniero Romero, del multi tenedor inmobiliario Manuel Bartlett y de una propuesta trasnochada de cómo volver “soberanos” nuestros “vehículos de crecimiento”), ¡pero al gobierno se le ocurre de todo menos ‘llenar el tanque’ en la estación de arranque de la ejecución del plan maestro!

Estos últimos seis años ni fuimos autónomos ni soberanos ni se resolvieron los problemas que tiene la industria energética y sus empresas del Estado en México y sí tronamos ‘la caja de velocidades’ de la maquinaria un millón de veces.

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Y por lo mismo, ¡por supuesto se requiere de una reforma para lograr inversiones récord en el sector energético! Pero no así, no ahora, no partiendo de lo que pretenden priorizar.

Y eso que no he mencionado que la certeza jurídica se ha esfumado en este régimen. ¿Cómo confiar en la conducción gubernamental si ni siquiera la estructura normativa del “auto” es sólida y se encuentra en regla? ¿Cuando las disputas de la iniciativa privada con el Ejecutivo se resuelvan en un Poder Judicial coptado por el gobierno? ¿O ya se nos olvida que antes en México existía —así sea parcialmente— el Estado de derecho, los amparos, mecanismos que permitían frenar los actos abusivos de la autoridad cuando de inversiones privadas se trataba? ¿Quién quiere invertir cuando pase lo que pase las instancias gubernamentales, equivocadas o no, tienen la última palabra? Si acaso “los conductores” que no tienen ni la más remota idea de hacia donde se dirigen. Es decir, los que no entienden de leyes, normas y reglamentos. O bien, los que sean amigos, conocidos y parientes del régimen. Sí, en el México de la 4t existe mucho —bastante más que antes— eso de negocios de allegados al gobierno.

A partir de lo mencionado anteriormente, se deben tener claros algunos conceptos que nos ahorrarían a nosotros, al gobierno, a los legisladores (claro, si llegaran a leer la propuesta) y a los posibles inversionistas muchos dolores de cabeza:

(1) Un monopolio no se define por quien en su dueño, sino por el porcentaje de participación en el mercado. Tanto Pemex como la CFE son monopolios. No hay más y sería bueno que cada vez que se hable de ellos, se diga así, con todas sus letras.

(2) Son igual de artríticos, costosos e ineficientes que otros monopolios. Tal vez más, pues aquí todo el dinero que se pierde no representa una necesidad de optimizar las operaciones y disminuir la nómina. Los contribuyentes lo pagamos tarde o temprano.

(3) Una empresa “estatal” es pública por naturaleza. Esto es, si bien se dice que pertenece a los ciudadanos, solo en muy contadas ocasiones representa una utilidad para el Estado (esto es, para la gente). En la mayoría de las ocasiones representa una pérdida; tratándose de un gobierno de la Cuarta Transformación, una GRAN pérdida.

(4) Más allá del discurso soberano, patriotista —más bien patriotero—, tanto la Comisión como Petróleos Mexicanos NO tienen la capacidad para garantizar energía suficiente para el país. En Pemex, 7 de cada 10 litros de gasolina se importan —SE IMPORTAN—. ¡El 70% es importado! ¿Cuál suficiencia?

Sí, los cambios son necesarios; es más, son urgentes. Pero el asunto es deshacer la transformación introducida por López Obrador y sacar al gobierno de la conducción de la industria. De lo contrario siempre tendrá este la tentación de meter las manos y actuar la farsa de pretender sacar adelante a empresas desahuciadas y, encima, no permitirles a los inversionistas poder de decisión por cuanto a proyectos, personal, estrategia, ni darles garantías ni beneficios reales a los inversionistas.

Giro de la Perinola

(1) Seis años perdidos por nada. Y por nada me refiero a una ideología vetusta, una demagogia estilo 4t, una pérdida de tiempo, de dinero y de esfuerzo. Estamos viendo pasar las oportunidades como un conductor que no sabe meter ni la segunda velocidad en carretera y es rebasado por todos los demás, incluyendo una yunta de bueyes…

(2) Y eso que antes no mencioné los monederos rosas de Liverpool que, cortesía de nuestros impuestos, regaló Monsieur Bartlett y que significaron más de mil millones de pesos. O que, más allá de los calambres que genera el borrador que ya se conoce del plan para el sector energético, el gobierno de Sheinbaum ha insistido en la necedad de mantener a Octavio Romero en la nómina; ahora al frente del INFONAVIT para que también lo lleve a la ruina.