Este que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
Sor Juana Inés de la Cruz
En el día internacional de la libertad de prensa, ante la pregunta de un periodista: “la Fiscalía está buscando procesar a un columnista y a un activista por el caso de las filtraciones de los audios cuando estos se difundieron… ¿No ha reconsiderado justo que por este actuar pueda rendir cuentas al fiscal?”, López Obrador —sin empacho alguno— contestó: “no estoy pensando en intervenir… solo que hubiese una cuestión grave, eso es lo que establece la ley”. La reportera insistió: “¿no ha sido grave lo que ha hecho?” El presidente remató: “no lo considero, no lo considero…”
En pocas palabras, el mandatario NO considera grave que el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, investigue al periodista Mario Maldonado por difundir, con fines periodísticos, una grabación entre el fiscal y un subprocurador de justicia que ya circulaba en redes. NO considera grave que entre los dos funcionarios mencionados se refiriesen a los ministros de la Suprema Corte no solo en términos despectivos, sino señalando la nula autonomía de los mismos y mostrando tanto un conflicto de interés como un abuso de autoridad. NO considera grave que el procurador de justicia viole la ley. Que para ello haya sostenido la invención de una nueva tipificación de delitos.
Gertz Manero ha convertido la FGR en el despacho para dar rienda suelta a sus agravios. Pero la persecución, la intimidación y la corrupción ejercidas desde su puesto de poder no pesan en el ánimo del tabasqueño.
Y la razón es esta: López Obrador actúa bajo los mismos “principios”: 1) ofende, calumnia y vilipendia a periodistas; 2) vulnera la autonomía del poder judicial; 3) violenta la ley y, en el proceso, le miente a los mexicanos un día sí y otro también.
La dupla López Obrador-Gertz Manero representa la podredumbre en la administración pública y el mal gobierno. La corrupción, la ineficiencia y el cinismo son defendidos y hasta glorificados desde el atril presidencial.
El caso del fiscal general de la República está plagado del uso de su puesto tan solo para satisfacer sus venganzas. Y aunque el inquilino de Palacio opine lo contrario, siendo que él hace exactamente lo mismo, todo lo anteriormente referido SÍ resulta sumamente grave. Hombres de estas características en el espacio público son una vergüenza y un lastre para el país.
Tiene razón López Obrador: “la política no es maniquea, no es de buenos y malos”. Sin embargo él es quien se ha dedicado al menos los últimos cuatro años de su vida a hablar en términos de dos bandos: “conmigo o contra mí”; lopezobradoristas o traidores a la patria.
El que el presidente se sostenga bajo la premisa de que todas las actuaciones ilegales de Gertz Manero no son graves deja dos opciones: o AMLO está a merced del fiscal o, bien, es cómplice de este último; ya lo he dicho antes.
Es claro: quien se supone debería defender la ley, es un transgresor de esta; la tiene secuestrada. Y en ese sentido, las autoridades, empezando por el presidente de la República, ya van tarde para dar su voto de no confianza al fiscal.
Difícil que esto suceda, no obstante, cuando Gertz es el vivo retrato de López Obrador; una persona vengativa, que poco o nada le importa la ley, que utiliza su puesto para resarcir agravios personales. Un retrato que, si se mira bien, es de espanto, de horror, de consternación.