El caso Javier Corral, es un claro ejemplo de lo que puede ocurrir, el riesgo de autoritarismo en que puede caer en forma plena la nación, si como se plantea por el actual régimen y por Morena y sus aliados, el INE determina otorgar un número muy amplio de diputaciones federales de representación proporcional, los plurinominales, a Morena y al Partido Verde, para que en conjunto con el Partido del Trabajo obtengan un número estimado del 75% de los integrantes de la Cámara de Diputados, y con ello una mayoría calificada espuria, ilegal, artificial, con la que podrían modificar la Constitución y todas las leyes que quisieran sin necesitar de otra intervención de fuerza política diferente.
Y me refiero al caso Javier Corral porque es el acto más reciente que tenemos en que la autoridad, en este episodio en particular la de la Ciudad de México, deja de manifiesto una acción colmada de autoritarismo, prepotencia, abuso de autoridad, e ilegalidades, para defender a uno de los suyos.
Y no pocos mexicanos pudimos ser testigos de ello la noche del pasado miércoles, cuando en tiempo real, el periodista Ciro Gómez Leyva interrumpió el guion de su noticiero nocturno en Imagen, para dar cuenta de lo que ocurría en esos momentos en un restaurante de la colonia Roma donde se encontraba cenando el ex gobernador de Chihuahua.
Para no hacer el cuento largo, tendría que decir que Javier Corral Jurado, podría encontrarse en estos momentos en un reclusorio imputado por corrupción y peculado, si no fuese porque entre sus nuevas amistades se encuentran nada menos que los actuales dueños de este país; de ahí que con solo hacer una llamada hicieran correr en su rescate al encargado de despacho de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, Ulises Lara, quien acudió de manera expedita a entorpecer e impedir la acción de la justicia de autoridades de Chihuahua que pretendían ejecutar una orden de aprehensión expedida por un juez por el desvío de una cantidad cercana a los 100 millones de pesos durante su administración.
Valga subrayar, por si no se tiene presente, que Ulises Lara es ex pareja de la llamada “Ministra del presidente”, Lenia Batres, y por ende excuñado del actual jefe de gobierno de la capital del país, Martí Batres. Es decir, el mismo personaje que para fin de que pudiera ejercer y quedarse a cuidar el despacho de la ex fiscal Ernestina Godoy, le expidieron en menos de 24 horas un título universitario y una cédula profesional como licenciado en derecho.
El tema es que por instrucciones “de arriba”, que bien pudo ser el mismísimo presidente Andrés Manuel López Obrador o la recién nombrada presidenta electa Claudia Sheinbaum, Ulises Lara impidió la detención de Javier Corral, falseando información y mintiendo, como fue el hecho de haberse identificado en calidad de fiscal de la Ciudad de México siendo que es encargado de despacho; y luego aduciendo que la fiscalía solo había recibido la petición del gobierno de Chihuahua de colaborar en la detención pero que ésta había sido rechazada, pues la fiscalía determinó no colaborar. Esto último también es una falsedad, toda vez que en redes sociales y medios de comunicación circuló el documento en el que la fiscalía aprueba colaborar.
Lo más sorprendente además del abuso de la fuerza pública para favorecer a un particular y ponerlo por encima de la ley y protegerlo de la justicia penal que lo reclama allá en Chihuahua, es la reacción del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, quien en la famosa mañanera posterior dijo simplemente que la fiscalía capitalina había actuado de forma adecuada para proteger del desaseado proceso en que las autoridades del estado norteño habían pretendido detener al exgobernador, al tiempo que acusó a la gobernadora María Eugenia Campos de que, en contubernio con otros exgobernadores había perpetrado esta acción impropia.
Como si no fuese suficiente el acto de prepotencia y autoritarismo, el presidente López Obrador, arremetió en su conferencia mañanera contra el periodista Ciro Gómez Leyva, quien en el mismo momento en que autoridades de la Ciudad de México y Chihuahua se jaloneaban a Corral, él tenía en su noticiero nocturno la primicia de lo que ocurría en el restaurante-bar de la colonia Roma, con imágenes y videos, gracias, presuntamente, a comensales que se comunicaron a la redacción para filtrarle lo que sucedía. Pero AMLO no lo entendió así, y nuevamente descargó su furia contra el comunicador, a quien prácticamente juzgó y sentenció. Ciro, en su programa matutino del día posterior a los hechos, le dijo al presidente que es su trabajo comunicar oportunamente, aunque evidentemente molesto con lo que se estaba nuevamente hablando de él en la conferencia matutina, prácticamente se despidió de su programa, aunque hasta ahora no ha faltado una sola noche.
Lo que es un hecho, es que el caso Corral representa un acto más que nos habla de lo que podría suceder si las autoridades electorales otorgan a Morena y sus aliados la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, el máximo poder a un muy amplio grupo de legisladores dispuestos a palomear -sin mover una coma- las perversas reformas del presidente López Obrador y que respalda ampliamente la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, quien de paso sea dicho, ha advertido que instalará el segundo piso de la transformación y que hará suyas dichas reformas, incluidas las modificaciones al poder judicial y a nuestra Carta Magna.
Insisto, el caso Corral es el ejemplo de lo que estará ocurriendo; imperará la fuerza, la voluntad unilateral del presidente en turno para atropellar las leyes y cualquier lineamiento jurídico, cualquier disposición penal o ministerial cuando sea conveniente y pueda proteger a sus amigos, cómplices, colaboradores y familiares.
Esta es la forma en que estará actuando el gobierno federal; obstruyendo la justicia; con jueces a conveniencia; que les sean dóciles, lacayos; electos según sus intereses y mediante una elección bastante polémica dado que no es fácil encontrar los mecanismos para que puedan ser postulados los mejores juristas ni que puedan ser electos por la mayoría del pueblo en todo caso.
El asunto no es menor. Y habrá que poner bastante atención en toda la serie de anomalías, por no decir, prepotencia e ilegalidades, que acompañaron una acción que nos debe preocupar en demasía a los mexicanos porque es justamente la autoridad la que incurrió en los excesos relatados.
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